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salud
La memoria del agua es posible
Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), dejó sorprendidos a muchos científicos cuando dijo que había descubierto que el agua tiene memoria, y que se mantiene incluso después de muchas diluciones.
Mientras que la Asociación Médica Británica insiste en que se dejen de financiar con dinero público los tratamientos homeopáticos, y los detractores hablan de tonterías sobre zancos, un científico ganador del Premio Nobel de Medicina ha realizado un descubrimiento que puede asentar las bases científicas de la homeopatía. El profesor Luc Montagnier dejó sorprendidos a muchos compañeros de profesión cuando dijo que había descubierto que el agua tiene memoria, y que se mantiene incluso después de muchas diluciones.
“ No puedo afirmar que la homeopatía tenga razón en todo. Lo que sí puedo decir es que las ultradiluciones (utilizadas en homeopatía) tienen efectos. Las ultra diluciones de algo no son nada. Son las estructuras del agua las que imitan las moléculas originales.” -Luc Montagnier |
Hasta ahora, científicos y médicos han sostenido que no había base científica para afirmar que las múltiples diluciones utilizadas en la homeopatía tuvieran propiedades terapéuticas. Pero este punto de vista se basa en su falta de comprensión, o una oposición ante la creciente popularidad de la homeopatía, que entra en competencia con la medicina convencional. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos hace un siglo.
Luc Montagnier: “No puedo afirmar que la homeopatía tenga razón en todo. Lo que sí puedo decir es que las ultradiluciones (utilizadas en homeopatía) tienen efectos. Las ultra diluciones de algo no son nada. Son las estructuras del agua las que imitan las moléculas originales”.
Uno de los fundamentos de la homeopatía es que la potencia de una sustancia se incrementa con una mayor dilución. Montagnier descubrió que las soluciones que contienen ADN de un virus o de bacterias “emiten ondas de radio de baja frecuencia”, y que tales ondas influyen en las moléculas de agua que se encuentran en su entorno, presentando entonces estructuras organizadas. Estas moléculas organizadas emiten ondas a su vez, y Montagnier ha encontrado que estas ondas se siguen emitiendo incluso después de haberse diluido muchas veces. Quizás para nosotros, los no entendidos, esto no signifique nada, pero para un científico puede sugerir que sea la base científica de la homeopatía.
En Gran Bretaña se estima que el mercado de la homeopatía crece en torno a un 20% anual. Más de 30 millones de personas en Europa utilizan la medicina homeopática. El príncipe Carlos de Inglaterra utiliza la homeopatía, y el médico de la familia real siempre ha sido un médico homeópata, desde finales de 1800.
La homeopatía también está ganando en popularidad en Estados Unidos, y es mucho más popular que en otros lugares del mundo. En la India, unos 130 millones de personas la utilizan; en Brasil, la homeopatía está reconocida como especialidad médica, y unos 15.000 médicos están certificados como especialistas homeopáticos.
Brian Josephson: “Las críticas en torno a la cantidad extremadamente pequeña de las moléculas de soluto presentes en una solución después de que han sido diluidas repetidamente no vienen al caso, ya que los defensores de los remedios homeopáticos atribuyen sus efectos no a las moléculas presentes en el agua, sino a las modificaciones de la estructura del agua”.
La segunda mitad del siglo XIX es la época de mayor apogeo de la homeopatía en Estados Unidos. En aquella época los médicos difícilmente competían con ellos: en 1902, los médicos homeópatas obtuvieron siete veces más ingresos que los alópatas y había unos 15.000 médicos homeópatas en Estados Unidos. Durante la epidemia de cólera de 1849, los homeópatas de Cincinnati llevaron un control riguroso de los enfermos, pudiéndose comprobar que sólo el 3% de sus pacientes murieron, mientras que la medicina alopática registró peores datos, de 16 a 20 veces más.
“ Montagnier concluye señalando, cuando se le preguntó si le preocupa adentrarse en la pseudo ciencia: “no, porque no es una pseudo ciencia, no es charlatanería. Estos son fenómenos reales que merecen mayor estudio” |
Muchas personas han elegido la homeopatía como terapia, entre ellas varios presidentes de Estados Unidos, y escritores como Emerson, Mark Twain, Goethe y George Bernard Shaw, por nombrar solo algunos.
Luc Montagnier: “Lo que hemos encontrado es que el ADN produce cambios estructurales en el agua, que persisten en las ultra diluciones, y que conducen a la producción de señales electromagnéticas en resonancia. Las señales de alta intensidad provienen del ADN bacteriano y viral”.
“Me han dicho algunas personas que han reproducido los resultados de Benveniste, pero que tienen miedo a publicarlos debido al terror intelectual que ejercen ciertas personas que no lo entienden”.
En el siglo XX, la Asociación Médica Americana (AMA) admitió que la medicina homeopática estaba disminuyendo los ingresos de los médicos alopáticos. Gracias a la financiación por parte de asociaciones como la Fundación John D. Rockefeller y Carnegie, la AMA fue capaz de desacreditar la homeopatía y deshacerse de la competencia de la medicina natural y alternativa. Las 22 escuelas de medicina homeopática que existían en 1900, se redujeron a sólo dos en 1923. En 1950, ya que no quedaba en Estados Unidos ningún centro de formación en homeopatía.
Irónicamente, John D. Rockefeller, el padre de actual medicina, creía firmemente en la homeopatía, y se refirió a ella como “un paso progresivo y agresivo de la medicina”. Rockefeller vivió hasta los 99 años de edad, utilizando la homeopatía durante los últimos años de su vida.
Montagnier concluye señalando, cuando se le preguntó si le preocupa adentrarse en la pseudo ciencia: “no, porque no es una pseudo ciencia, no es charlatanería. Estos son fenómenos reales que merecen mayor estudio”.
Fuente: http://www.mundonuevo.cl/noticia/137/premio-nobel-la-memoria-del-agua-es-posible
El por qué de los laboratorios medicinales que no quieren que tomemos agua de mar
Por Esteban Owen
Estamos acostumbrados a pensar que el agua de mar no se puede tomar. Es que así nos lo han hecho creer y, aunque naturalmente no se nos da por tomarla, sencillamente porque nos sabe demasiado salada, lo cierto es que, en primer lugar es una falacia (cuando no una vil mentira) y, en segundo lugar, el agua de mar es tan rica en nutrientes y minerales que si la consumiéramos habitualmente gozaríamos de “demasiada” salud y podríamos prescindir en gran medida de los médicos y –he aquí el problema mayor– de los laboratorios.
Laboratorios que, por cierto, son los principales interesados en que la población no conozca los beneficios que se derivan del consumo de agua de mar y, por el contrario, que sigamos creyendo que el agua de mar no es apta para el consumo humano.
Vamos a explicar un poco de qué estamos hablando.
Antes de hablar del agua de mar, sus propiedades y beneficios, tal vez convenga detenernos brevemente en la sal que más suponemos conocer, la que usamos cotidianamente en nuestra cocina y en nuestras mesas familiares. ¿Qué dicen de ésta los promotores de la alimentación y la salud “alternativas”? Sal de mesa “refinada” para asegurar que nos enfermemos Ellos dicen que, a diferencia de la sal marina pura, que contiene 84 elementos de gran valor para la salud humana, durante el proceso de “fabricación” de la sal fina (o de mesa), ésta es “lavada”, proceso durante el cual pierde algas microscópicas que fijan el yodo natural en el organismo, y que éste es importante para la prevención del bocio. También se elimina azufre, magnesio, calcio y otros elementos esenciales, con el propósito declarado de “blanquear” el producto y hacerlo más vistoso para los consumidores.
Pero ahí no termina el proceso de industrialización. Una vez “blanqueada”, la sal fina es “enriquecida” con aditivos químicos que evitan la formación de cálculos, pero estos químicos no son naturales y resultan perjudiciales para la salud. Y aunque la sal fina es más agradable a la vista, cuando la probamos en grandes cantidades resulta desagradable al paladar, mientras que una piedra de sal marina puede llegar a ser muy agradable.
La sal sin refinar provee al cuerpo numerosos minerales esenciales, en cambio la refinada, además de haber sido despojada de casi todos ellos (salvo dos), contiene aditivos dañinos y silicato de aluminio, uno de los principales causantes de la enfermedad de Alzheimer.
Ahora vamos un poco a los hechos: los promotores del consumo de agua de mar explican –y suena muy razonable– que el mar es como un delicioso y saludable “caldo”, producto de la disolución en sus aguas, durante millones y millones de años, de toda la riqueza vital de la tierra, arrastrada por ríos provenientes de montañas, llanuras, pantanos, rocas y cascadas, más el constante flujo y reflujo de las mareas carcomiendo las playas y acantilados de los miles de kilómetros de costas continentales e isleñas en toda la superficie del planeta, para no contar el propio lecho marino. Sobreviviendo con la “sopa” oceánica
De hecho, “náufragos voluntarios” dispuestos a demostrar la falacia del supuesto de que el agua de mar no se puede tomar (si eres náufrago puedes morirte de sed y de hambre flotando sobre la más deliciosa sopa que pueda existir jamás), sobrevivieron días enteros bebiendo esa agua y alimentándose de ella. Claro: hay que saber cómo hacerlo, cosa que explicaremos inmediatamente.

El agua de mar tiene una concentración de 36 gramos de sal por litro, mientras que nuestro organismo tiene 9 gramos por litro. Si tomáramos el agua marina así sin más, la concentración de sal en nuestro cuerpo subiría tanto que los tejidos deberían liberar agua para que la concentración de sales volviera a 9 gramos por litro. Eso conduciría a diarreas y a la deshidratación. La solución puesta en práctica durante el experimento fue tomar una cucharada de agua de mar cada veinte minutos, bebiéndola muy lentamente para dejar que la saliva redujera la salinidad del agua ingerida.
Otra manera de tomar el agua de mar, si no somos náufragos y tenemos acceso a esa agua en nuestra vida cotidiana –según explican los expertos– es hacerlo “de forma isotónica”: rebajando el agua de mar con agua dulce, o añadiendo agua de mar al agua dulce. Considerando que la cantidad de sales recomendada es de unos 9 gramos al día, y sabiendo que la salinidad del agua de mar es de 36 gramos por litro, la cantidad de agua de mar recomendada es de un cuarto de litro por día.
Además de las sugerencias previas, los expertos recomiendan verificar que no seamos intolerantes al agua de mar, lo que podemos hacer comenzando por pequeñas cantidades hasta asegurarnos de que nos sienta bien. Algunas personas, además, son más propensas que otras a sufrir diarreas al beber agua de mar, lo que resulta una razón adicional para ir incrementando las cantidades de a poco. Una sugerencia general es mezclar el agua de mar con zumos, o con agua normal mezclada con unas gotas de limón. Esto ayuda a habituarnos a beber esta agua sin aborrecerla en las primeras etapas. Por cierto, también tenemos que asegurarnos de no sufrir alguna enfermedad en la que la ingesta de sal sea contraproducente (aunque la hipertensión es un capítulo aparte, según veremos unas líneas más abajo). Cocinar con agua de mar
El agua de mar resulta muy apropiada para cocinar. Como ya hemos explicado, debido a los intereses industriales la sal comercial (la sal fina o “de mesa”) es una sal “muerta”, en la que solo se ha preservado el cloruro de sodio y, en el mejor de los casos, yodo, además de los aditivos químicos perjudiciales para la salud. Contrariamente, el agua de mar contiene muchos elementos muy beneficiosos, por lo que proporciona un gran enriquecimiento a nuestra dieta.
Para darle una vuelta más a la cuestión, la sal refinada resulta perjudicial para la salud por su alto contenido de sodio, que favorece la hipertensión y la retención de líquidos. Eso no sucede con la sal marina, al punto que los hipertensos pueden consumirla con moderación y con supervisión médica, ya que su contenido de sodio es mucho menor. Una paulatina incorporación a la dieta de recetas que incorporen sal marina produce una lenta modificación de los hábitos alimenticios, con una mejora en la salud como resultado general y a largo plazo.
Si tenemos en cuenta que las enfermedades se desarrollan en entornos ácidos, es fácil entender que el consumo de agua de mar, alcalina por derecho propio, es un alcalinizador de nuestro organismo, lo que previene todo tipo de enfermedades y nos mantiene alejados de los médicos y de las farmacias, por lo que el consumo masivo de agua de mar acarrearía irremediablemente la bancarrota de los grandes laboratorios.
Como alcalinizador, el agua de mar aporta, entre otros, todos estos beneficios: es regulador del medio interno, nutriente celular, reconstituyente, dentífrico y colutorio (enjuagatorio medicinal), laxante, purgante, desinfectante y cicatrizante para infecciones de boca, estomacal y neutralizador de acidez de estómago. Como si todo eso fuera poco, tomada antes de comer calma el apetito, lo que la hace muy apropiada para bajar de peso.
La sal común y sus enfermedades asociadas:
- Hipertensión arterial
- Edemas
- Eclampsia o pre-eclampsia
- Arteriosclerosis cerebral
- Arteriosclerosis
- Cálculos renales
- Cálculos vesicales Cálculos biliares
- Hipoplasia de la tiroides
- Nódulos en la tiroides
- Disfunción de la paratiroides
- Entre las funciones más importantes de la sal marina, se destacan:
- Regula la presión arterial, junto con el agua.
- Extrae el exceso de acidez de las células del cuerpo, en especial las del cerebro.
- Equilibra los niveles de azúcar en la sangre, importante para los diabéticos.
- Es esencial para generar energía en las células del cuerpo.
- Es importante en la absorción de nutrientes a través del tracto intestinal.
- Limpia los pulmones de mucosidad, importante para asmáticos y enfermos de fibrosis quística.
- Limpia el catarro y la congestión de los senos paranasales. Antihistamínico natural.
- Previene los calambres musculares.
- Previene la excesiva producción de saliva. La saliva que fluye mientras se duerme es señal de deficiencia de sal.
- Aporta dureza a los huesos. La deficiencia de sal, o comer sal refinada, es una de las principales causas de la osteoporosis.
- Regula el sueño, actuando como un hipnótico natural.
- Previene la gota y la artritis gotosa.
- Es vital para mantener la libido y la sexualidad.
- Previene las varices y las venas de araña en piernas y muslos.
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